Según definiciones del diccionario de la RAE, monitorizar es “observar mediante aparatos especiales el curso de uno o varios parámetros fisiológicos o de otra naturaleza para detectar posibles anomalías”.
Mientras que gestionar consiste en “Hacer diligencias conducentes al logro de un negocio o de un deseo cualquiera”.
Trasladado al mundo del control energético, podemos decir que monitorizamos cuando observamos los datos de consumo ofrecidos por los equipos de medida disponibles, con el fin de detectar posibles problemas y desviaciones.
Sin embargo, el concepto de gestión energética va mucho más allá de la mera monitorización y control, ya que, siguiendo la definición de la RAE, abarca todas las diligencias necesarias para conseguir el logro deseado, en nuestro caso, la mejora del desempeño energético.
Es decir, la gestión energética se puede definir como la suma de medidas planificadas y sistemáticas, llevadas a cabo para satisfacer la demanda energética requerida por los niveles de confort o de producción, con el menor gasto energético posible. Es, por tanto, una parte más de la gestión empresarial, que comprende las actividades necesarias para obtener el mayor rendimiento energético posible sin disminuir el nivel de prestación.
Los sistemas de gestión energética modernos se basan en el ciclo de Deming, también conocido como ciclo PDCA (Plan, Do, Check, Act):
Plan: Planificar. En el contexto de un sistema de gestión energética significa:
- Determinar el desempeño energético actual de las áreas con mayores consumos.
- Analizar cómo mejorar ese desempeño para establecer objetivos de mejora.
- Determinar la línea de consumo que se utilizará como base para la comparación del desempeño energético (antes y después de las mejoras).
- Establecer los indicadores de desempeño energético que se tendrán en cuenta para determinar la situación energética en cada momento.
Do: Hacer. Es el segundo paso en la gestión energética, que abarca:
- Llevar a cabo planes de acción para la consecución de los objetivos de mejora establecidos.
- Implicar y controlar a todos los agentes que influyen en que los objetivos se alcancen o no, como el personal o las instalaciones que hacen uso de la energía.
Check: Verificar: La verificación a nivel energético implica:
- Realizar el seguimiento y medición de los indicadores y objetivos para determinar el desempeño energético real alcanzado en cada momento.
- Evaluar si se están alcanzando los objetivos de mejora establecidos.
Act: Actuar. El último eslabón del ciclo conlleva:
- Tomar acciones para corregir las desviaciones detectadas.
- Retroalimentar con el conocimiento adquirido el siguiente ciclo de planificación, lo que permite mejorar de forma continua el desempeño energético y el sistema de gestión energética en general.
Así que, ya vemos que hay varias características que diferencian la gestión energética de la monitorización, las más importantes:
1. La sistematización: No se trata simplemente de “observar”, sino de “tener un método para observar”. Es decir, un sistema de gestión implica organizar y saber qué hay que hacer, quién y cuándo, para alcanzar los objetivos de eficiencia energética fijados.
Además es un proceso cíclico, no basta con realizar diagnósticos o controles puntuales, sino que estas tareas deben ser continuas en el tiempo.
2. La implicación de todos los agentes que intervienen en el uso y consumo de energía:Es posible que la monitorización deje al margen a agentes importantes que afectan al logro del desempeño energético esperado, como por ejemplo, a las personas que día a día inciden en el uso de la energía. Sin embargo, es importante aleccionar a estos agentes sobre cómo actuar de cara a ajustar el consumo a lo estrictamente necesario y cómo pueden ayudar a conseguir los objetivos de eficiencia fijados.
3. La mejora continua: Esta es quizá la diferencia fundamental, ya que un sistema de gestión energética implica mejorar, es decir, aumentar el desempeño energético. Y no una vez, ni dos, sino de forma continua.
La observación o seguimiento de consumos, en sí misma o por sí sola no implica mejoras. Sin embargo, un sistema de gestión está basado precisamente en esto, en conseguir reducir el uso y consumo de energía y aumentar la eficiencia energética, de forma continua a lo largo del tiempo
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