La crisis agrava el impacto de la pobreza energética, la imposibilidad de abonar los recibos de la luz o el gas, que ya afecta a cuatro millones de españoles.
La inminente llegada del frío pondrá de nuevo de manifiesto uno de les efectos más graves y menos conocidos de la crisis económica. Cientos de miles de hogares españoles pasarán el invierno a temperaturas mucho más bajas de lo que exigirían, no ya el confort, sino incluso la salud humana. La llamada pobreza energética —falta de medios económicos para atender las facturas de la electricidad, el gas u otros combustibles— podría estar costando la vida a entre 2.300 y 9.300 personas al año en todo el país.
“En invierno se registra una tasa de mortalidad adicional, que en España se cifra en unos 20.000 fallecimientos al año, una de las más elevadas de Europa. Nosotros intentamos establecer qué parte de esa mortalidad se debía a la pobreza energética, y los diferentes estudios consultados nos indicaron que podría estar detrás de entre el 10 y el 40% del total”.
Habitar en una casa cuya temperatura es demasiado baja no sólo puede agravar los síntomas de dolencias respiratorias y cardiovasculares preexistentes, sino “afectar incluso a la salud mental, causando trastornos emocionales, como depresiones, especialmente entre niños y adolescentes, según han demostrado algunas investigaciones”.
Los datos de la ACA (Asociación de Ciencias Ambientales) indican que las familias españolas pagan por la energía un 80% más de lo que abonaban hace 10 años, y deben hacerlo con un nivel adquisitivo mucho menor. La crisis económica ha multiplicado el problema con el incremento de la tasa de paro hasta el 26% y una media de reducción salarial del 7%.
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